viernes, 17 de abril de 2009

CONCHA ESPINA, sortida plaça Catalunya


Sea como sea, es mejor salir por Plaza de Cataluña para echar una rápida mirada al barrio.
Es falso que exista una Plaza de Cataluña pues apenas son cuatro bancos de plaza, unos parterres que sirven a otros propósitos, y las omnipresentes calles Ppe de Vergara y Pradillo.
En Madrid, Concha Espina es una parada del "mejor Metro del mundo".

Otra cosa es su obra literaria... Julio Rodríguez Puértolas la incluye en su libro Historia de la literatura fascista española, y Michael Ugarte profundiza en su The fascist narrative of Concha Espina.

Siempre que leo a Doña Concha, intento abstraerme de sus opiniones político-moralizantes pues la señora ya tenía una edad cuando se encarnó el hispanofascismo en España. Unos dicen que nació en 1869, otros en 1879. Todos coinciden que murió en mayo de 1955. ¿Queda claro que escribió con convicción de católica?

Estamos en este valle de caídos para sufrir. Unos más que otros.
¡¡ A sufrir con Concha Espina y a Despertar para Morir y que Dios nos coja confesados!!

En el prólogo de la edición de Aguilar, 1949, don F. S. R. nos indica: "La lucidez momentánea es el tránsito obligado entre un sueño -la vida- y una realidad -la inmortalidad teológica-. Despertar para morir..."

El barrio es majo pero no hay plaça de Catalunya y si un parque de Berlín cerca, con parte del Muro mirando a Ramón y Cajal. Cosas de la organización urbanística.
¿Volverán los muros a las ciudades? ¿Regresará Espina?


martes, 14 de abril de 2009

CONCHA ESPINA



Viví unos años cerca de la parada de metro Concha Espina, Línea 9 de Madrid.
Hasta julio del 2002, no leí nada de esta escritora. Debuté con Altar Mayor, una novela premiada.
En marzo del 2003 leí Despertar para morir, novela publicada en 1910. Esta obra tiene un par de ventajas para mi: una, que tengo un volumen de la colección Crisol de Ediciones Aguilar, año 1949, papel biblia,,, etc. La otra, es que constantemente la puedo leer, pues olvido personajes y situaciones con gran facilidad. Ésto me permite descubrir una nueva novela cada vez que me dan ganas de leerla (tres o cuatro veces al año) y doña Concha me cuenta sus historias con el mismo entusiasmo que yo vuelvo a releerlas, una vez olvidadas.
Tengo un recuerdo más nítido de unos cuantos individuos que viven alrededor de la parada de metro, sobre la avenida Príncipe de Vergara, a la que demasiados continúan nombrando General Mola. Señores con chaquetas de corte austríaco sobre los hombros y gafas Rayban, modelo Generalísimo, y señoras a juego. La flora y fauna del barrio mostró su perfil más sórdido entre los años 1996 hasta el 2004, ambos inclusive.
Lástima que ninguno tenga aspecto de haber leído a Concha Espina, esa señora conservadora que da un poco de lustre a mi antiguo barrio. Los habituales de hoy solo son un grupete de franquistas despistados por los periódicos que leen,,, etc.